El cultivo del olivo comprende una serie de técnicas agronómicas que permiten obtener altas producciones de aceituna de acuerdo con los recursos disponibles y la protección del medio ambiente.
Los olivares cultivados de modo sostenible requieren el uso del riego en cantidades de agua limitadas –inferior a otros cultivos–, y el manejo de suelo de manera que se reduzca la erosión.
La organización de las tareas en la explotación olivarera se orienta hacia la eficiencia mediante la aplicación de dosis adecuadas de fertilizantes, y el tratamiento puntual de plagas y enfermedades.
La recolección y la poda de árboles son las labores de mayor coste económico, requiriendo personal cualificado.
El bosque de “olivos blancos” enseña al visitante cómo aplicamos estas técnicas avanzadas de cultivo respetuosas con el medio ambiente.